En el Renacimiento surgió una nueva clase social, rica e instruida, que comenzó
a encargar obras de arte. En ese contexto,los artistas tomaron conciencia de su importancia, buscaron equipararse socialmente a sus mecenas y defendieron a la pintura como una actividad intelectual, más allá de lo manual o artesanal.
Como la identidad del artista que se consolidó en este periodo fue predominantemente masculina, para las mujeres la pintura fue algo más que un oficio: representó un espacio desde el cual reafirmaron su identidad como creadoras.
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